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  • Pamela Villagra

CHILE PAIS SABROSO; en el día de la cocina chilena una reflexión sobre identidad.


Un amplio número de chilenos no conocen ni han probado el chañar, el maqui, el tomate rosado del Maule, el chacolí o los porotos pallares morados. A la hora de escoger restaurantes no son los de comida chilena la primera ni tercera opción y siempre se decantan por algo que evoque a extranjero.

Un amplio número de chilenos duda de su identidad, tanto así que el tema resuena constante en tertulias gastronómicas, congresos, academias.

La ignorancia es osada. Pero por mucha que sea la ceguera, lo cierto es que la mesa chilena siempre ha estado cargada de identidad. La cazuela o el curanto, por poner solo dos ejemplos, han hablado siempre de historia, geografía, estacionalidad y mestizaje.

Las cocinas de Chile, esas que resisten el paso del tiempo y luchan contra el olvido, proyectan la biodiversidad de un territorio a través de productos y productores, técnicas de cocina, artesanías y modos de consumo, que no son otra cosa que un hermoso y complejo imaginario nacional.

En el día de la cocina chilena resulta vital explicar la trascendencia de la gastronomía para nuestra sociedad, más aún en un momento tan delicado para el sector.

Debemos fortalecer los circuitos por donde transita la cocina chilena. En primer lugar el campo, el sector primario que es el origen de todo. Luego, comedores populares, mercados, restaurantes, cocineros, sobre todo a los jóvenes, responsables en buena medida de la revitalización y puesta en valor de nuestra culinaria.


Erosionar el circuito gastronómico es una amenaza contra el punto de partida de la narrativa cultural del territorio.

Sepa usted que la gastronomía, además de alimentar, es una manifestación emotiva, histórica y cultural desde la cual podemos reconectar con esa autoestima nacional dormida en los corazones de tantos chilenos que se desconectaron con su entorno, que perdieron el orgullo.

Es sabido que la autoestima se construye en edades tempranas y de ella depende en buena parte los procesos de desarrollo de las naciones. Educar en positivo y con orgullo es un deber que han de protagonizar los cocineros, los productores, los medios de comunicación.

Es importante que la sociedad recupere su autoestima, valore y se sienta orgullosa de su cocina, defienda la idea de Chile como país saboros, porque no hay mayor manifestación cultural y democrática que un plato de comida.

Sirva este día para que los chilenos crean en su patrimonio alimentario y en la diversidad de sus cocinas expresada en platos, recetas, mercados, despensa.

Que sea la prueba que permita a los medios de comunicación nacionales quitarse los complejos, y se decidan por fin a contar todas las manifestaciones gastronómicas que ocurren en Chile, que no son otra cosa que una extensión de la memoria del país.


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